La piel es nuestra primera barrera de defensa: es fundamental cuidarla y evitar estresarla. Por ello, cualquier señal de infección debe ser consultada al podólogo.

La paroniquia o panadizo es una infección de la piel que se produce alrededor de la uña. Afecta al tejido del pliegue ungueal y puede provocar cambios en la forma, el color o la textura de la uña.
La infección puede ser causada por bacterias, hongos o levaduras. También existe la posibilidad de infección bacteriana y micótica al mismo tiempo. Es bastante común y puede hacer que el área afectada se hinche, enrojezca y duela.
La paroniquia a menudo es causada por bacterias u otros microorganismos, que se encuentran comúnmente en la piel. Si logran penetrar a través de la piel dañada por un traumatismo, aunque sea un rasguño o una picadura, son capaces de desencadenar una infección.
Existen principalmente dos tipos:
- Paroniquia aguda: la infección de la piel se desarrolla rápidamente, dura unos días y suele localizarse en un solo dedo.
- Paroniquia crónica: la infección crece lentamente, puede durar muchas semanas y se localiza en más de un dedo.
Los síntomas de la paroniquia dependen del patógeno y la gravedad de la infección.
La paroniquia generalmente se manifiesta con dolor, hinchazón, enrojecimiento y aparición de ampollas llenas de pus alrededor de la base o los lados de la uña. Cuando la enfermedad es causada por bacterias, puede empeorar rápidamente, mientras que las formas de infección por Candida albicans tienden a empeorar más lentamente.
En raras ocasiones, la paroniquia causa un daño permanente en la uña, pero, si se descuida, es posible encontrar algunas alteraciones como el engrosamiento, la deformación y el oscurecimiento gradual de la placa de la uña.
No se requiere ninguna prueba especial para diagnosticar la paroniquia. Se puede identificar mediante una simple inspección visual. Si hay pus o líquido en la ampolla, se puede analizar en el laboratorio para verificar el tipo de bacteria u hongo que causa la infección.
En la mayoría de los casos, la infección se cura por sí sola en unos pocos días. Para calmar los síntomas, recomendamos remojar los pies con baños de agua caliente de tomillo unas tres veces al día, secarlos bien y aplicar una pomada antibiótica.
Es posible que se requiera cirugía en aquellos casos en que la infección es importante y el absceso es difícil de resolver. Se recetarán medicamentos antimicóticos o antibióticos en función del agente patógeno.