No ignorar el dolor de pies, no es normal. Si persiste el dolor consulte a su podólogo.
Examinar los pies a menudo. Prestar atención a los cambios en el color y temperatura. El aumento de grosor o cambio de color de las uñas puede ser una señal del desarrollo de los hongos.
Lavarse los pies regularmente, especialmente entre los dedos, y secarlos totalmente. El exceso de humedad y el calor favorecen la proliferación de hongos y bacterias diversas.
Aplica con regularidad un desodorante de pies. La función de los desodorantes especiales para pies evitará la sudoración excesiva.
Cortar las uñas de forma recta y no demasiado cortas, especialmente las esquinas, ya que esto puede conducir a que las uñas se deformen clavándose y produciendo heridas. Las personas con diabetes o problemas circulatorios deben extremar los cuidados porque son más propensas a la infección. Los diabéticos deben visitar a un podólogo por lo menos una vez al año para un chequeo a fondo.
Utiliza medias o calcetines de tejidos naturales.El algodón resulta el mejor material; es recomendable evitar las fibras sintéticas.
Mantén la piel bien hidratada. El talón es la zona del pie que más hidratación necesita. Para evitar grietas, aplica el producto hidratante adecuado según el estado de tu piel.
Evitar andar descalzo, sus pies tendrán más riesgo de lesión y de infección (hongos, papilomas…). En la playa utilizar siempre protector solar en sus pies como en el resto de su cuerpo.
Ser cauteloso al usar remedios caseros para las dolencias del pie; el autotratamiento (callicidas) puede dar lugar a menudo a un problema de mayor importancia que el que se pretendía tratar.
El calzado que utilices es fundamental, ya que un mal zapato puede llegar a generar, incluso, problemas de espalda. Cambiar de zapatos si estos están desgastados o deformados. Busca zapatos suaves, flexibles, que no sean rígidos, ni planos, ni que tengan mucho tacón, y de anchura adecuada a tus pies (el tacón no suele ser un buen aliado de los pies). El calzado se tiene que adaptar al pie (y no al revés), por tanto, busca un calzado que no te roce, que no te quede grande ni pequeño y que te sujete el pie.
No compartas las herramientas para cortar las uñas o durezas. Sobre todo, en caso de posibles patologías ungueales. No las compartas, incluso con otros miembros de la familia, les podrías transmitir las enfermedades.
Revisa periódicamente tu tratamiento ortopodológico. Ya sean prótesis o soportes plantares, recuerda hacer revisiones periódicas. Los materiales se fatigan y no consiguen los objetivos fijados por el podólogo.