Diferentes tipos de calzado
Muchas veces, dejándonos llevar por las modas y la estética, usamos un calzado poco adecuado para nuestros pies. Los zapatos forman parte de nuestra imagen, pero deben cumplir una función muy importante: conseguir que caminemos de forma cómoda, segura, pero sobretodo saludable, sin perjudicar ni a nuestros pies ni a nuestra salud.
Analicemos los diferentes tipos de calzado y los efectos que pueden tener en nuestros pies,
ZAPATOS DE TACÓN
Un calzado venerado por las mujeres que, sin embargo, es el que peores efectos ocasiona en nuestra salud. Cuanto mayor es el tamaño del tacón, más varía el apoyo natural de pie y más modifica la biomecánica del tobillo.
El uso de este tipo de calzado tiene consecuencias diversas sobre el pie y sobre el resto de nuestro organismo. Veámoslo en detalle:
Si caminamos descalzos, la parte delantera (el metatarso) soporta el 43% del peso corporal, mientras que la parte trasera se encarga del 57% restante. Aumentando el tamaño del tacón, variamos estos porcentajes, invirtiéndolos. La altura máxima del tacón para evitar dolencias es de 4 centímetros. En ese caso, el peso corporal se reparte en un 57% en la parte delantera del pie y un 43% en la trasera. Con seis centímetros, pasa a 75% – 25% y con un tacón de 10 centímetros o más, la parte delantera soporta entre el 90 y el 100% del peso.
Pero éste no es el único efecto perjudicial de los zapatos de tacón: al caminar debemos apoyar primero el talón y con este tipo de calzado apoyamos directamente en el metatarso invirtiendo completamente la biomecánica del tobillo modificando las características de la marcha en el apoyo y el balanceo, multiplicando por 3 el riesgo a sufrir un esguince de tobillo.
Para evitar este segundo efecto, los tacones no pueden superar los 3 cm. A partir de los 7 cm, el centro de gravedad del cuerpo se adelanta considerablemente y el conjunto del pie actúa completamente forzado al caminar de puntillas. Las consecuencias son que la parte posterior de la pierna debe compensar el peso desplazado hacia adelante y para ello, se contrae y acorta automáticamente, pudiendo provocar contracturas y molestias en gemelos, rodillas, caderas y en la espalda. La flexión de la rodilla y los cambios en la pierna desajustan la articulación de la cadera, incrementa la lordosis de la columna lumbar y causa dolores de espalda.
Pero aún hay más…
Si además de tacón alto, el calzado tiene la puntera estrecha nos encontramos con el peor de los peores escenarios. Esta combinación puede provocar fuertes dolores como la metatarsalgia y otras lesiones como los dedos en garra y los conocidísimos juanetes.
Entonces, ¿desterramos definitivamente a los zapatos de tacón que tanto nos gustan?
No, pero debemos tener en cuenta algunas recomendaciones:
- Si usamos un tacón alto es preferible que tenga cuña en la parte delantera, de manera que la diferencia de altura en nuestro pie no supere los 4 centímetros.
- Si usamos zapatos de tacón con plataforma, la suela debe ser flexible a nivel de antepié para poder andar correctamente, hemos de huir de las suelas rígidas.
- El tacón en forma de cuña y base ancha también evita la sobrecarga en el metatarso. Debemos evitar cuñas de base estrecha porque producen inestabilidad.
- Y si pueden ser botines, botas o que tengan un buen agarre al tobillo, mejor.
CALZADO TOTALMENTE PLANO,
En esta categoría encontramos las famosas manoletinas o bailarinas, tan habituales en la época de entretiempo. Pues malas noticias: tampoco son recomendables para la salud de nuestros pies, porque la función del calzado es proteger y dar estabilidad al pie y no cumplen ninguna de esas funciones.
Al tener una suela tan fina, no protegen de las imperfecciones del terreno ni amortiguan el paso, por lo que el pie absorbe los impactos contra el suelo de manera directa. Pueden causar lesiones como la fascitis plantar, dolor en los talones, tobillos y gemelos por la sobrecarga muscular, tendinitis del tendón de Aquiles y callosidades.
SANDALIAS Y CHANCLAS
Su uso continuado tiene los inconvenientes de los zapatos planos, pero además al ser abiertos protegen menos de posibles cortes, dedos y uñas rotas, e incluso quemaduras solares, y en general proporcionan una menor sujeción al pie. Para conseguir un mayor agarre de la sandalia, se arrugan y tensan los dedos y el talón queda levantado, provocando estrés en el tobillo y deformaciones en los dedos.
Como veis seguimos con malas noticias, pero hay alguna solución: en este tipo de calzado nuestra recomendación es que el pie al menos esté sujeto al talón por una tira, así evitaremos la tendencia de agarre de los dedos y el mencionado estrés en el tobillo.
ZAPATILLAS DE DEPORTE O RUNNING, ¿PARA CAMINAR TAMBIÉN?
Este es el tipo de calzado que probablemente tiene mejores características para nuestra salud, pero es fundamental elegir bien tal y como proponemos en la sección final del artículo.
Cada vez más, el calzado deportivo se adapta a la actividad específica que realiza el deportista y es un elemento fundamental para que el pie lleve a cabo cómodamente la función que requiere cada disciplina. En el caso del calzado de running, la zapatilla debe tener un buen equilibrio entre amortiguación y estabilidad para evitar posibles lesiones.
Si eres corredor lo mejor es no alterar mucho el tipo de zapatilla con la que estés acostumbrado a realizar deporte y de su drop (diferencia de grosor entre el talón y el antepié). Un corredor que siempre haya usado zapatillas planas o con muy poco drop, está perfectamente adaptado a ello, pero si cambia y lo aumenta (o a la inversa) generará un aumento de tensión en el grupo muscular posterior de la pierna. Sobre todo no es adecuado bajar el drop si sufres una lesión.
Una de nuestras especialidades es el servicio de Podología Deportiva.
Correr y caminar son cosas diferentes.
Mientras que al correr el pie golpea el suelo durante cortos espacios de tiempo y con un impacto considerable, al caminar se efectúa un movimiento “de mecedora”: el peso rueda desde el talón hasta los dedos del pie. El gesto al andar es mucho menos agresivo e implica un menor impacto de nuestro aparato locomotor sobre el terreno. Para ello, existen zapatillas de “walking” diseñadas específicamente para caminar, no para correr, con suelas transpirables y la altura de tacón indicada para cada tipo de pie (que analizamos en la parte final de recomendaciones).
Entonces…, después de todo lo que hemos comentado, os estaréis preguntando…
¿Existe un calzado realmente adecuado para el pie? ¿Puede ser bonito? ¿Y sano?
SI, SI y SI
CARACTERÍSTICAS QUE DEBERÍA TENER NUESTRO CALZADO.
Ya os adelanto que comprar el zapato adecuado no es fácil, y os proponemos algunas recomendaciones generales, aunque lo más importante es tener en cuenta las características de nuestros pies. La visita a un especialista es más que recomendable, porque el desgaste de los zapatos nos puede dar pistas, pero la curvatura del arco del pie y su alineamiento son fundamentales.
En general:
- Un zapato cómodo debe tener un “contrafuerte posterior” (la parte trasera) semirrígido para que el talón tenga una buena sujeción y el pie no “baile” dentro del zapato La suela, debería ser de goma y flexible, sobre todo a nivel del antepié (parte delantera) para dar mayor amortiguación al metatarso y evitar sobrecargas o callosidades
- Las suelas finas de cuero son historia, desaconsejables, ya que ni amortiguan ni se flexionan. Si hay problemas de sudoración, existen suelas de goma transpirables
- Es importante que el zapato este hecho por materiales de buena calidad, transpirables y que su morfología permita la movilidad de los dedos en el interior del zapato
- En el caso de utilizar zapatos de tacón durante un periodo prolongado de tiempo, es recomendable llevar un repuesto más cómodo y cambiarlo en cuanto sea posible
- Pero sobretodo, tenemos que tener en cuenta las características de nuestros pies.
Y ENTONCES, ¿NO SERÍA MEJOR CAMINAR DESCALZOS?
Pues si. Realmente combinar el caminar descalzo con la utilización del calzado es muy saludable. Una buena costumbre es quitarnos el calzado al entrar en casa y caminar descalzos por ella, por supuesto siempre que no suframos patologías que lo desaconsejen.
Veamos por qué:
Caminar descalzo es un hábito que permite potenciar y trabajar aquellos músculos que se encuentran anulados o atrofiados ante el uso continuado del calzado Las plantas de los pies contienen más terminaciones nerviosas sensoriales por centímetro cuadrado que cualquier otra parte del cuerpo y es muy recomendable que nuestra planta tenga contacto directo con el suelo para liberar el estrés, fortaleciendo el sistema nervioso. La planta del pie no debe estar aislada continuamente por una suela de zapato, ya que lo ideal sería tener esa conexión diaria planta del pie–tierra.
En el caso de los niños, caminar descalzo en los primeros meses de vida es muy importante para su desarrollo cognitivo ya que, a través de los pies, captan la información del mundo exterior. Por ello, es aconsejable dejarlos andar descalzos por diferentes superficies y no cubrirles el pie durante todo el día.
Para las personas mayores, el caminar descalzos les ayuda a reducir o eliminar la tensión de los músculos del pie que se genera tras pasar muchas horas sentados y mejora la circulación sanguínea al entrar en contacto con diferentes superficies como césped, tierra, etc.
Autors
Dr. Albert Ginés Cespedosa
Dra. Alèxia Casals Castells (centrepodomedic.com)
Doctorada en medicina por la UB, #col. 43751
Diplomada en Podología por la UAB